Los distintos colores de la soledad en el libro «El yo y sus metáforas»
«El encuentro es el destino diario y también éste exige desprender la soledad que, a solas, repta sinuosa por los rincones del equívoco, de la inseguridad y el miedo. Es la lucha por encontrar el término preciso, el oído atento, la palabra reveladora… Es la generosidad agradecida y el perdón donado sin reclamos ni facturas por cobrar. Hacerle guiños al dolor de un malentendido como se le hace a un niño con el que se tiene un acuerdo previo: «luego llorarás». Este es el gozo del amigo que, en la confidencia, nos devuelve nuestra imagen enjoyada y brillante como nunca la habíamos percibido. Porque la amistad es luz en el alma del amigo»
«El encuentro es el destino diario en el equipo profesional, en la familia, en el tú a tú, en la «peña» … El encuentro construido con las luces y las sombras de cada cual, combinadas para que nunca «salten los plomos». Amor y dolor, el empedrado de la vida diaria.»
«Cuando caminamos «con» nos sentimos seguros; cuando podemos levantar la mirada y encontrarnos con otros ojos que nos miran visualizando nuestra mejor versión, la felicidad asoma a nuestro corazón. «Los pájaros de la soledad han echado a volar» (La fuerza de uno, película de 1992). Alguien para… Un alguien corporal con identidad propia, pero capaz de ser uno con otro sin dejar de ser quién es.»
«El mundo sería distinto sin mí. Es una realidad que debo creer para crecer en la esperanza de mi mejor versión«
«La libertad me pone siempre frente a mí y en soledad. A veces no soy capaz de resistir esa mirada. La conducta consecuente, no coherente, aturde mi cabeza y mi corazón. No soporto el silencio. Me produce angustia. No quiero pensar para no enfrentarme con ese reclamo de mi mejor versión. Y voy, de hora en hora, como pelota empujada por la patada de los acontecimientos y dolorida sin saber el porqué de los golpes.»
«La soledad es un vacío que rompe el equilibrio interior. Y el silencio vacío puede ser ensordecedor por el dolor. Es un silencio asesino.»
«La soledad casi nunca es buena compañera de viaje. Deforma la realidad por invasora. Dejarse ayudar para construir es una buena decisión. Cuesta aceptar la corrección y, muchas veces, tampoco es fácil corregir, y más en aquello en que uno mismo se sabe deficitario. Sin embargo, somos conscientes de ser pulidos por el mismo roce de la vida que nos rodea material y personalmente. La fruta a veces madura en las cámaras de frío, pero ese no es el camino del amor. Alguna vez tenemos que plantearnos esa mejora desde el origen para pulir con delicadeza, como se hace con las joyas, una a una. Y, también, dejarnos pulir por el amor que sabe disculpar, comprender; ese amor que sabe mirar en profundidad y descubrir a través de la apariencia, la verdad y la razón de cada conducta. El juicio hiere porque se refiere, la mayor parte de las veces, a la persona partiendo de una visión sesgada de la conducta.
Solo el que camina conoce las dificultades del camino. El que ha hecho muchas veces el Camino de Santiago descubre el placer de la lentitud al saborear su mirada al horizonte, y sabe de cercanías y de soledades, necesarias ambas para hacer el recorrido con la pausa de la contemplación interior y exterior. El guía, a veces, camina delante; otras, detrás, sin perder al peregrino. Ellos se detienen e inmortalizan en fotos estados de ánimo, lugares, miradas y paisajes. Luces y sombras que invaden el alma coloreando un cuadro descriptible solo para cada cual.
La ayuda es como el bordón del peregrino, un punto de apoyo que facilita el equilibrio en las bajadas y subidas; nos ayuda a defendernos de posibles animales que nos saluden por el camino, ayuda a marcar el ritmo y es un apoyo cuando tenemos que atravesar riachuelos un poco resbalosos.»
«Soy sin soledad. Donación y espacio para recibir. Intercambio pausado cuando llega la madurez, suave o abrupta, construida sobre miradas y olvidos. Soy alguien para alguien. Alma y cuerpo. Cuerpo que revela el alma. Alma que tiembla emborronada en la materia. Ese no saber decir, ese balbucear, ese arañar queriendo acariciar y llorar por dentro el equívoco.»
El que tiene un amigo tiene un tesoro. El que tiene un amigo está salvado.
UNA MELODÍA
La melodía nos habla de orden, sucesión y coherencia. Nos habla de unidad, de sonido; nos habla del todo resultante. No debe haber notas discordantes aunque si diferentes y en esa diferencia singular está la riqueza cohesionada.
Defino la amistad como esa melodía compartida, singular en sus componentes generando una unidad superior y única. Capaz de multiplicar sus beneficios a nivel personal y social.
Amigos. Nadie más. El resto es selva. (Jorge Guillén 1893-1984)
La amistad es una relación connatural al hombre. habita en su corazón. Le hace humano. Del «yo y el tu» surge el «contigo» y conmigo» y, «el nosotros»
Uno puede vivir sin padres, sin hijos, soltero o viudo, sano o enfermo pero, sin amigos una muere de soledad y tristeza. Morimos de inanición. Somos seres para otro, alguien para alguien y, en esa relación la amistad es el arte del encuentro, encuentro que hace capaz el diálogo. Cada amistad tiene la profundidad de cada corazón humano. El diálogo entre corazones expresa la madurez personal que asume la unidad en cada síntesis que el corazón hace. «El diálogo es la expresión de la madurez en la cercanía» 1
«El amigo es fuente de conocimiento personal… Es un testigo amoroso y fiel que ha decidido instalarse en nuestra luz aceptando la sombra que pueda proyectar»2
«Mis amigos son mi curriculum personal»3
A veces emprender esta aventura nos resulta costoso por el miedo a sufrir. Solo los amigos tienen la capacidad de traicionar. Y todos hemos traicionado alguna vez sin querer o queriendo. Cargamos con esa duda que genera la deuda del perdón. Nuestra propia vulnerabilidad genera el miedo a no ser valorados olvidando que el tesoro de la amistad nos salva. Sólo los amigos nos sostienen en nuestra fragilidad levantándonos en alto para que la luz del sol nos entone el alma.
La fuerza que genera la amistad , siempre de persona a persona, es una ciudad amurallada indestructible. Cuando se manipula a la persona, una clara manifestación es sustituir la realidad por sus sucedáneos. La amistad no admite copias ni transacciones comerciales.
La amistad se teje día a día con tiempo compartido; primero se vive, luego se recuerda.
Vida tejida en recuerdos comunes, por este motivo exige entrega generosa en lo compartido para que al puzzle no le falte la imagen global. Entrenamiento generoso en el perdón y la seguridad que nos permite el riesgo de la vulnerabilidad.
1,2 y 3 «El Yo y sus metáforas» Rosa Montenegro