“Si lo que temes decirme es doloroso, no dejes de anestesiar mi corazón con el tuyo, y juntos dejaremos la herida limpia y en proceso de curación”
En la sociedad que nos ha tocado vivir, o que nosotros mismos generamos, hay una gran soledad, la producida por la indiferencia que nos envuelve, esa soledad sin espacio para compartir. El deber de amor no está resulto. Ese amor que nos hace abrir el corazón a las personas tal y como somos, con nuestras limitaciones, compartiendo la vulnerabilidad y desde ella auparnos en la comprensión y en la disculpa. Querer al otro en su totalidad, luces y sombras, a pesar de los defectos ayudándonos cada día poniendo luz y dando brillo.
Si ese deber de amor no está resuelto tenemos que empezar a mirar dentro de nosotros para descubrir qué valor damos a las personas que nos rodean, y también qué valor nos damos a nosotros mismos. Qué compartimos con los que viven a nuestro lado, caminan con nosotros, aunque sólo sea un a etapa del camino.
Quien tiene un amigo está salvado ¿Soy yo ese amigo?
Hacer amigos, cansa. Tener amigos, descansa. Construir siempre es costoso y si lo que queremos construir es una relación de amistad entre seres libres hay mucho que pulir dentro de nosotros para que las aristas no hagan daño. Mirar desde el corazón, con afecto a todos, con mirada limpia de cualquier prejuicio, el que tiene el corazón limpio limpia todo lo que toca, y el respeto se hace presente para aceptar al otro tal como es, instalándonos en su luz y dejándonos iluminar. Para que un amigo reciba nuestro cariño no necesita satisfacer nuestras expectativas. Cada persona es única, y única cada relación de amistad. Si cada persona es única e irrepetible yo estaré siempre incompleta y necesitada de su aportación para alcanzar mi mejor versión.
Hay dos ámbitos en los que puedo recibir esa aportación que pule y abrillanta mi versión. Una profesional y otra personal. En ambas es necesario vestir la ayuda o corrección del cariño y el respeto que como personas merecemos. El vestido será distinto lo mismo que adecuamos nuestro engalanamiento para las distintas actividades.
En el nivel profesional recibe el nombre de feedback y se centra, sin hacer juicios, en la perfección de la tarea y la actitud al enfrentarla. Versa sobre aquello que nosotros no visualizamos con claridad por no ser intencional y que los demás visualizan externamente sin captar nuestra intención. Al ayudarnos, la finalidad es nuestra mejora profesional y, necesariamente, si nuestra intención es recta a la hora de emprender la tarea mejorada, nosotros mejoramos personalmente.
En el nivel personal es la corrección del amigo, afable, esperanzada y optimista. Solo se corrige cuando confiamos en la disposición libre del otro. Y se optimiza en la forma respetuosa de hacerla.
“Si lo que temes decirme es doloroso , no dejes de anestesiar mi corazón con el tuyo, y juntos dejaremos la herida limpia y en su proceso de curación” (El Yo y sus metáforas)